Asertividad

Empezar por el ejemplo: Mantener comunicaciones asertivas en el hogar

¿Cómo puedo ayudar a mi hijo a manejar sus emociones?

Al igual que con las demás competencias ciudadanas, la escucha activa y la asertividad también pueden modelarse. Es importante que las niñas, niños y adolescentes observen que los adultos que les rodean utilizan la asertividad para expresarse cuando no están de acuerdo con algo o cuando algo no les gusta. Así mismo, la escucha activa es una competencia clave para establecer relaciones cercanas y positivas dentro del hogar. A continuación se presentan algunas ideas para poner en práctica la comunicación asertiva en el hogar.

Estar presentes (no sólo físicamente, también con la mente y el corazón)

El primer aspecto fundamental que podemos modelar con nuestras niñas, niños y adolescentes es estar presentes para ellos y demostrarles que tienen nuestra atención.

En nuestras interacciones cotidianas tendemos a tener muchas distracciones, especialmente provenientes de la tecnología. Por ejemplo, mientras nuestros hijos nos hablan es posible que nuestro celular esté mostrándonos mensajes de texto o que haya un televisor prendido con un partido de fútbol en el fondo. Sin darnos cuenta, estas distracciones le suelen disminuir la calidad al tiempo que pasamos con las niñas, niños y adolescentes.

Cuando su hijo le hable, evite estas distracciones (guarde su celular, apague el televisor, bájele a la música, etc.) y demuéstrele que le está prestando atención. Mire a su hijo a los ojos. Con los más pequeños, es importante que se ponga a su nivel para interactuar con él. Por ejemplo, sentándose a su lado, agachándose o arrodillándose al frente de él.

Iniciar las conversaciones escuchando antes de hablar

Poner en práctica la escucha activa es especialmente importante cuando hay situaciones retadoras o difíciles. Por ejemplo, cuando su hijo está triste, ansioso o enojado por alguna razón, o cuando ha pasado algo que a usted le ha hecho enojar. En estos casos, los adultos tendemos a iniciar las conversaciones dando cantaletas o consejos.

Intente en cambio empezar por escuchar. Cuando usted inicia las conversaciones escuchando, abrirá la posibilidad para una comunicación más abierta y sincera de parte de su hijo. Además le envía el mensaje implícito de que lo que tiene que decir es importante para usted.

Cuando hay situaciones difíciles de manejar, los adultos tendemos a iniciar las conversaciones dando consejos o cantaletas. Intente empezar en cambio escuchando a su hijo.

 

 

 

Empezar por el ejemplo: Mantener comunicaciones asertivas en el hogar

 

La comunicación con los adolescentes puede llegar a ser especialmente retadora. Jane Nelsen y Lynn Lott, creadoras de la “Disciplina Positiva”, identificaron algunos comportamientos típicos de los padres que obstaculizan la comunicación constructiva con sus hijos adolescentes. Algunos de estos obstáculos también pueden aplicar para niños más pequeños. Mientras lee la lista, piense si usted ha tenido alguna vez estos comportamientos:

Saltar a intentar solucionar los problemas o a dar consejos en vez de escuchar a los jóvenes y darles espacio para que lleguen a sus propias conclusiones.

Tratar de convencer a los jóvenes de qué es lo que deberían estar sintiendo o qué es lo que deberían pensar.

Estar a la defensiva y empeñarse en defender el propio punto de vista en las conversaciones con los jóvenes.

Interrumpir a los jóvenes para darles lecciones sobre la importancia de los valores o sobre “lo que está bien” y “lo que está mal”.

Tomarse de manera personal lo que los jóvenes dicen y dejarse afectar por eso.

Usar lo que los jóvenes dicen para criticarlos, castigarlos o darles cantaleta.

En vez de caer en estos errores, usted podría intentar diferentes estrategias, como las
que se presentan a continuación:

Escuchar a su hijo sin interrumpirlo.

Evitar dar “cantaletas” e intentar ser lo más conciso y claro posible en los mensajes que quiere enviar. Por ejemplo, un máximo de 10 palabras puede ser suficiente para pedirle que ordene su cuarto, en lugar de intentar darle una lección sobre la responsabilidad y sobre todo lo que usted se esfuerza por mantener la casa limpia.

Pedir permiso a su hijo antes de darle consejos. Por ejemplo, “¿Quisieras saber que pienso al respecto?” o “¿Puedo compartir contigo una idea que creo que podría serte útil?”

Si su hijo tiene la valentía de contarle algo que hizo mal, no reaccionar de manera impulsiva (por ejemplo, gritando o castigándolo de inmediato). Esto probablemente hará que en un futuro intente esconderle las cosas en lugar de hablarlas con usted.

Intentar, además de conversar con su hijo en persona, utilizar otros medios de comunicación para interactuar con él, como mensajes de Whatsapp® o cartas.

 

Ensayar sentarse frecuentemente cerca a su hijo en silencio. Por ejemplo, leyendo el periódico o una revista. Esto puede abrir la posibilidad de que empiecen a conversar en algún momento.

Interactuar de manera asertiva con otros adultos

La asertividad es una competencia retadora para muchas personas. En primer lugar, para expresarnos asertivamente es necesario tener control sobre nuestras emociones. En segundo lugar, es preciso aprender a enviar mensajes firmes y claros, pero no agresivos, con nuestras palabras y acciones. Ambos pasos pueden llegar a ser difíciles de lograr cuando percibimos situaciones de injusticia, cuando otros nos agreden o cuando sentimos que alguien vulnera nuestros derechos o los de otras personas.
En cualquier caso, la asertividad también se aprende por observación. Siempre que esté interactuando con otros adultos, pregúntese si su hijo o niño a cargo lo está observando, y qué puede estar aprendiendo de esa situación.

Por ejemplo, cuando usted le grita al conductor del servicio público, cuando decide ignorar a su pareja después de un disgusto, cuando le da la razón a su vecino así no esté de acuerdo “para que deje de molestar” o cuando empuja a alguien que se ha colado en la fila del banco, está enviando mensajes a su hijo de que las situaciones difíciles se pueden resolver evadiendo, cediendo o usando la agresión.
En cambio, cuando usted se acerca al conductor del servicio público y le pide de manera firme pero respetuosa que maneje más despacio, cuando se sienta a dialogar con su pareja en lugar de ignorarla, cuando llama a su vecino para que busquen soluciones que sean satisfactorias para todos o cuando le pide amablemente a la persona que se coló en el banco que haga la fila, usted está enviando a su hijo el mensaje de que es importante hacer valer nuestros derechos, pero que esto puede hacerse de una manera asertiva.

Siempre que esté interactuando con otros adultos, pregúntese si su hijo o niño a cargo lo está observando, y qué puede estar aprendiendo de esa situación.