Diversidad

¿Cómo puedo yo contribuir a promover diversidad y pluralidad en niñas, niños y adolescentes?

Promoviendo competencias y estrategia

Reconocer diferencias y similitudes

 

Una de las estrategias más efectivas para promover el goce de la diversidad es hacer que las niñas, niños y adolescentes reconozcan en qué se parecen y en qué se diferencian de otras personas. Al reconocer en qué se diferencian, ellos tienen la oportunidad de construir su identidad, encontrar qué los hace especiales y por qué no, identificar características de los demás que ellos quisieran tener. En este ejercicio resulta fundamental el énfasis en el respeto a la diversidad, recalcando la necesidad de reconocer al otro con sus propias características, que también lo hacen único.

Por ejemplo, preguntar ¿a qué grupos perteneces (en el salón, en el colegio, en el barrio, en el departamento, en el país)?, logramos que las niñas, niños y adolescentes construyan su identidad social de grupo. También generamos reflexiones si hacemos preguntas como, ¿cuáles son las palabras con las que definimos y describimos a las mujeres y a los hombres? ¿Algunas de esas palabras son exclusivas de un sexo?

Conocer y enseñar

 

Los seres humanos somos por naturaleza curiosos. Sobre todo cuando se trata de entender por qué otras personas hacen, piensan o creen cosas diferentes a las que nosotros estamos acostumbrados. No siempre nos damos la oportunidad de conocer antes de formarnos una idea o emitir un juicio, pues es natural que los seres humanos pensemos de forma automática y formemos ideas de los demás sin siquiera conocerlos. Por ejemplo, si vemos a alguien que deambula por la calle, desaseado y con comportamientos confusos, tenderemos a hacernos rápidamente la idea de que puede ser alguien peligroso.

Esa curiosidad se puede aprovechar para enseñarles a las niñas, niños y adolescentes a conocer mejor a los demás, su cultura, su identidad y de dónde provienen, entre otras cosas. Ayude a las niñas, niños y adolescentes para que se interesen por saber más sobre personas afuera de su grupo inmediato, y no se acostumbren a pensar de forma automática sin antes reflexionar. Puede preguntar por ejemplo, “¿qué sabes sobre las lenguas indígenas? o ¿cómo te imaginas que se moviliza una persona discapacitada por la ciudad? ¿Quisieras entender por qué a algunas personas les gusta vestirse y peinarse de forma extraña?

Empatía y toma de perspectiva

Sentir lo que otros sienten -empatía- y ponerse mentalmente en sus zapatos -toma de perspectiva- son competencias útiles al momento de promover el respeto por la diversidad pues permiten una conciencia mayor frente a las acciones que tenemos cuando nos relacionamos con los demás. Si sentimos empatía con el dolor de los otros y nos esforzamos por comprender su punto de vista, es menos probable que seamos agresivos o excluyentes frente a ellos.

La mayoría de personas hemos estado en alguna situación en la cual nos hemos sentido claramente excluidos o discriminados. Usted puede preguntarles a los niñas, niños y adolescentes a su cargo en qué situaciones les ha ocurrido esto, qué pensaron y cómo se sintieron. Este ejercicio permite que sean capaces de sentir indignación frente a situaciones de discriminación que ellos presencien o de las cuales tengan conocimiento. La indignación bien manejada puede motivar un comportamiento adecuado para defender los derechos de quienes son discriminados, por ejemplo participando en una protesta; brindarles apoyo escuchándolos activamente o evitando ellos mismos el rechazo y las actitudes negativas hacia la diversidad.

Contacto

 

Así como muchos prejuicios provienen del desconocimiento, otros provienen de la falta de oportunidades para interactuar con personas distintas a nosotros. Como adulto usted puede ampliar el círculo de personas en que normalmente interactúan las niñas, niños y adolescentes. Inicialmente puede producir miedo y ansiedad interactuar con quienes no conocemos, pero a medida que usted promueva contacto con quienes tienen identidades diferentes a las de las niñas, niños y adolescentes, este miedo va disminuyendo.

Los padres y madres de familia y otros agentes educativos pueden hacer actividades en las cuales niños, niñas y adolescentes conozcan e interactúen con grupos que usualmente no conocen, como personas de barrios alejados del propio, o de otra región, o extranjeros.

En el trabajo de enseñanza y formación con grupos

 

Aquellos agentes educativos que tienen la oportunidad de trabajar con grupos de niñas, niños y adolescentes se encuentran comúnmente con una amplia gama de diferencias entre quienes los conforman. Hay diferencias de edad, económicas, de la región de proveniencia, culturales, así como hay condiciones especiales físicas o mentales o religiones distintas, por mencionar solo algunas.

La experiencia de distintos programas educativos exitosos en la promoción del respeto por la diversidad y la reducción del prejuicio sugiere que existen dos estrategias concretas que usted como formador o guía puede implementar con sus grupos: la cooperación y el cuidado del lenguaje.

Cooperación: En vez de provocar división y rechazo, las diferencias entre grupos se pueden aprovechar para promover la cooperación y evitar la exclusión entre niñas, niños y adolescentes. Por ejemplo, al trabajar por una meta común es más probable que se cuestionen los prejuicios y disminuyan las actitudes negativas contra quienes son diferentes a nosotros.
Un buen momento es cuando se forman grupos de trabajo: ¡asegúrese de que los niños, niñas y adolescentes no se hagan con quienes siempre se hacen! Invítelos a hablar con personas de su clase con quienes poco o casi nunca interactúan y póngalos a hacer una tarea en común. No se trata solo de formar grupos, se trata de que sus participantes sean diversos y puedan aportar cada uno a la cooperación en el grupo.

Cuidar el lenguaje y lo que le decimos a las niñas, niños y adolescentes: En algunas ocasiones nos gusta tener la razón, sentir que nuestros argumentos son totalmente válidos y que nuestra forma de vivir es la correcta. Pero, no todos piensan igual que nosotros y no tenemos el derecho de imponer nuestra identidad sobre la de los demás. Pregúntese si en el trabajo que usted realiza con las niñas, niños y adolescentes impone su visión del mundo, reflexione sobre qué tanto escucha y valida las costumbres que, a pesar de ser diferentes a las suyas, hacen parte de la identidad de los miembros del grupo que tiene a cargo.
Haga lo posible por educarlos en el desarrollo de las competencias que anteriormente mencionamos, para que más adelante sean ciudadanos que aportan a la paz, sin necesidad de imponerles su visión del mundo en el proceso, sino buscando una orientación más neutral. Tenga en mente que lo anterior no quiere decir que usted no pueda opinar o dar una guía directa y consejo a los niños, niñas y adolescentes que tenga a su cargo, sino que al momento de hacerlo debe ser de forma asertiva y respetuosa.